PIÓTR CHAIKOVSKY (1840–1893) fue un músico genial de los que definen estilos y crean escuela; pero también un hombre herido por una sensibilidad enfermiza, pasto de crisis, angustias y depresiones recurrentes. El fragor de las batallas internas amargó los frutos cosechados en su brillante carrera —era favorito del Zar, aplaudido por el público, su fama internacional se acrecentaba rápidamente, invitado por prestigiosos escenarios de Europa y América, gozaba de mecenazgo particular...— además de socavar su desempeño social o exasperar sus reacciones frente a la menor adversidad. Aun así Chaikovsky, educado e indiscutiblemente talentoso, logró reunir junto a sí un buen puñado de amistades y admiradores leales. Algunos, como su hermano Modest, eran confidentes; otros, como Tanéyev o Nikolái Rubinstéin, eran colegas admirados y muy considerados en sus opiniones.
Nikolái (* Moscú, 2 Jun. 1835 – † París, 23 Mar. 1881) era especialmente querido por el compositor. Hermano menor del notabilísimo Antón Rubinstein, era un pianista tan descollante como él, y en opinión de Chaikovsky incluso superior. Nada poco, considerando que Antón era un genuino titán de su instrumento, famoso como el único rival digno de Franz Liszt —el mejor pianista de su tiempo y, hasta donde sabemos, de la historia—. Semejante pericia musical venía acompañada en ambos Rubinstein con probadas dotes para la organización (Antón formó el Conservatorio de San Petersburgo y Nikolái el de Moscú) y para la enseñanza, combinación feliz que los incluye entre los artistas más influyentes de su generación.
La familia Rubinstein vivió en Berlín entre 1844 y 1846. Allí los pequeños hijos del matrimonio judío recibieron lecciones de Theodor Kullak, concitando también la atención y apoyo de Mendelssohn y Meyerbeer. La formación musical no se interrumpió cuando volvieron a Rusia, luego de la repentina muerte del padre, pero aquí Nikolái estudió también Derecho y ejerció un oficio burocrático, dualidad común a la gran mayoría de sus colegas músicos. Eso no quitó ánimos a su tenaz voluntad de artista.
Chaikovsky le dedicó su famoso Primer Concierto para piano, pero el homenajeado reaccionó de manera agria —tenía un carácter explosivo—, descalificando la obra y negándose a interpretarla salvo se efectuaran una serie de cambios a la partitura. El compositor no hizo tal cosa y enfrió las relaciones con su amigo. A la postre, Nikolái, conociendo el éxito obtenido por la pieza y reevaluándola con calma, se retractó de sus opiniones y la presentó en París, durante la Exposición Universal de 1878. En la misma ciudad falleció algún tiempo después, enfermo de tuberculosis.
Chaikovsky dedicó a Nikolái una de las piezas de cámara más eminentes del siglo XIX: el Trío en La menor, subtitulado en francés A la memoria de un gran artista, para violín, violonchelo y piano. Este último instrumento se destaca en la composición, en tributo a la extraordinaria jerarquía pianística del amigo difunto.
Disfruten ustedes, queridos lectores de esta página, una composición inolvidable:
MP3 ABR 224 kbps 44.1 kHz | RAR 73,6 MB
4 comentarios:
Hola, quisiera agradecerte por los excelentes artículos que presentas en el blog, siempre muy interesantes e informativos :)
Me pregunto si pudieras preparar un sobre Karlowicz; he descubierto su música hace muy poco en youtube y me parece maravillosa, como Episodio en una Mascarada (bellisimo poema sinfónico) o la rapsodia lituana
Gracias por todo, y un gran saludo desde Rancagua
Jorge
Mieczyslaw Karlowicz, entendido. Lo conozco poco pero eso es un aliciente para aprender más. Murió joven, dejó una obra breve, una parte se perdió en la Segunda Guerra, pero lo que resta es magnífico. Buscaré algo para compartirlo acá.
Gracias por tu visita Jorge.
¡Enhorabuena QUINOFF, una música maravillosa en una versión fantástica...!
Chaikovsky no compuso mucha música de cámara, pues parece que no le atraía demasiado, sin embargo la mayor parte de su música escenica, ballets y óperas, es preciosa, y sus conciertos y sinfonías son siempre bien recibidos por los melómanos. Aparte de la música para piano, solo suelen interpetarse su Cuarteto de cuerda nº 1, un Sexteto para cuerda titulado Souvenirs de Florence, y este estupendo Trío para piano.
Hay quien dice que esta preciosa obra fue un encargo de Nadejda von Meck, su protectora, quien en octubre de 1880 le pidió al compositor una obra para su trío privado (¡cuyo pianista era en aquellos momentos Debussy!), y nuestro querido maestro se puso manos a la obra al año siguiente. Así que aprovecho la ocasión para hacerle una dedicatoria íntima a su amigo Nikolái Rubinstéin, quien había fallecido recientemente. Parece que el tema de las extensas variaciones tiene cierta conexión personal con Rubinstein, y algunos apuntan que cada variación se halla relacionada con algún episodio de su carrera.
El trío fue terminado al año siguiente, y no sabemos si Debussy llegó a interpretarlo, pero el compositor no parece que quedó muy satisfecho, pues en cierta ocasión comentó que resultaba una tortura el escucharlo.
Lamentamos mucho no estar de acuerdo con Chaikovsky, pues la obra nos parece una auténtica gozada. La conocimos hace mucho tiempo en la antológica versión que para MELODIYA hicieran nada más y nada menos que Gilels, Kogan y Rostropovich, y desde entonces nos ha acompañado recurrentemente también en otras versiones, como las del Trío Beaux Arts para PHILIPS, y la más moderna de Lang, Repin y Maisky para DG, ambas también estupendas, como ésta que QUINOFF nos regala.
Salud, paz, sonrisas y muy cordiales saluditos para todo el fogón.
Elgatosierra
Maravilloso y detallado comentario que te agradezco muchísimo, querido Gato. No creía que Debussy estuviera ya entonces en Rusia! Las recomendaciones para la obra son espléndidas y las suscribo por completo, en especial la de Melodiya. Un abrazo y gracias por venir!
Publicar un comentario