miércoles, 26 de febrero de 2025

BEETHOVEN y BRAHMS en arreglos de MAHLER y SCHÖNBERG


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Les traigo un disco estupendo, y en la actualidad bastante inubicable. Son dos obras “recreadas”, el Cuarteto nº 11 en Fa menor “Serioso” de Beethoven, trasladado por Mahler a una orquesta de cuerdas (como hiciera también con el Cuarteto “La Muerte y la Doncella” de Schubert), y el Cuarteto con piano en Sol menor de Brahms, en la orquestación de Arnold Schönberg que Uds. ya conocieron en esta misma página años atrás, bajo la batuta de Neeme Järvi.

Los intérpretes de esta ocasión son de gran nivel: la Filarmónica de Viena (para quien escribe, la mejor orquesta del mundo) y en la dirección, el húngaro Christoph von Dohnányi, consumado maestro que merece mucho más reconocimiento del obtenido hasta ahora. En este disco de 1996 los artistas interpretan con autoridad y fascinante riqueza estas “traducciones sinfónicas”. Me llama la atención el distingo que hace el disco al llamar arreglo la elaboración de Mahler, y orquestación lo hecho por Schönberg. Quizá se deba el matiz a que Mahler no alteró la textura tímbrica de la obra, que permanece en la familia de las cuerdas, mientras que Schönberg reemplaza atrevidamente la materia sonora original por otra muy distinta.

Pero no nos pongamos bizantinos. Disfrutemos esta vibrante interpretación... AQUÍ.

3 comentarios:

  1. Son horrendas estas versiones, o adaptaciones de obras de cámara para orquesta de cuerdas. Destruyen el carácter intimista de las obras, incluso si, como afirman los críticos, con cierta razón, que la música de cámara de Brahms "tiende" a lo sinfónico, no es en definitiva música sinfónica. Arruinan los matices y detalles de la obra. Es como "recrear" un cuadro renacentista con brocha gorda. Lo mismo me pasa con las "reorquestaciones" de Mahler sobre las sinfonías de Beethoven. Todos esos (des)"arreglos" me parecen despropósitos que el fetichismo mahleriano, al que siempre me he opuesto, aplaude y tolera con entusiasmo digno de mejor causa. En definitiva, son obras que no me despiertan más que un fiero rechazo.

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  2. Gracias a ambos por sus visitas y al maestro Recillas por su honesta opinión, que siempre valoraré como contrapartida de mis preferencias. Soy de quienes valoran los arreglos de las obras no como sustitutos (¡tal sería!) de los originales, sino como posibilidad de examinar las partituras bajo luces y texturas diferentes que a veces permiten apreciar mejor justamente matices que pasan desapercibidos al auditor y sin embargo, tienen gran valor. Eso me ocurrió escuchando las transcripciones de Liszt con las sinfonías de Beethoven, por ejemplo, aunque en ese caso, claro está, vamos de lo máximo a lo mínimo, mientras este disco se mueve al revés.

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