jueves, 18 de septiembre de 2014

{Especial Fiestas Patrias} «CASA de CANTO»

Doña Margot

Cara trasera del disco, con doña Margot Loyola en imagen central Llegó el 18 de Septiembre, cumpleaños de la Patria, lo que en Chile supone el desahogo bullicioso del espíritu de fiesta, tonificado por la cercanía sensible de la primavera y su cálido paisaje de flores, hojas y colores. Todo se reanima y festeja, como uniendo en un mismo gozo a la tierra y sus habitantes.

En sintonía con el ambiente, comparto esta vez un disco de la gran Margot Loyola, intérprete y recopiladora de folklore chileno, compañera de entusiasmos y labores con Violeta Parra y otros tantos nombres insignes que aprendieron la música “nacida de la tierra” y luego supieron darle nueva trascendencia. Doña Margot, con su longeva trayectoria, perdura hasta el presente como aliento y referencia para cuantos se enamoran de esta vertiente creativa, palpitante de vida e identidad.

A modo de comentario sobre el registro que les dejo, prefiero tomar las palabras muchísimo más oportunas del historiador Eugenio Pereira Salas, que ilustran el contexto de esta música:

Los sitios de recreo tienen importancia en la sociología de la música, pues sirven de trasfondo en el proceso de hibridación de las formas líricas y bailables. En la época de la Independencia, abierta y liberal, los Padres de la Patria se entretenían en los “parrales”, en las “higueras” del Tuerto Trujillo o en los estrados de la calle de Duarte, al alegre son de la zamacueca y el escobillado de la sajuriana. En la época romántica, ensimismada y sigilosa, la burguesía naciente creó nuevos tipos de recreación, entre otras las “Casas de Canto”. Allí se ejecutaba, para pasar la tarde en agasajo, el repertorio ecléctico de esos tiempos, en que la languidez de las habaneras, nostalgiosas de trópico, imprimían un ritmo peculiar a las tonadas de los abuelos. Este disco, admirablemente interpretado por Margot Loyola, artista inteligente y estudiosa, representa el repertorio de una de estas casas de canto, la que animó entre 1902 y 1912 don Ismael Carter, donde el soplo de los valses de la opereta vienesa daba a esta zona marginal de la belle epoque un tinte social característico. Los Carter, unidos por la enseña del trío Fru-Frú, formaban un conjunto familiar. Don Ismael tocaba el piano con esa técnica del entrelazado, cuya enseñanza se trasmitía de oído. Sus hermanas, Cristina y Genoveva, cantaban con alta y buena voz al son del arpa y la guitarra. Una allegada se aplicaba al rumoroso “tormento”. Don Ismael llevó por los caminos de América esta música de fin de siglo. Estuvo en las ciudades del Norte, alumbradas entonces por el oro del salitre. Subió a Bolivia. Residió en Buenos Aires, para regresar a Chile a reabrir su hospitalaria casa, con el criollo nombre de “Huasos de Petorca”. Esta música fue grabada en los primeros discos nacionales de la Casa E. Band, para alimentar el fonógrafo de larga trompeta, con sus cilindros olientes a cera y a miel. Corría el año glorioso del primer Centenario de la República. En la concurrida tertulia se bailaban cuadrillas, polcas y mazurcas y se oía música chilena, tonadas, cuecas y canciones, interpoladas con las arias favoritas de la ópera y la zarzuela y los couplets de moda. Música que se va, sin duda, con los carros eléctricos y los coches de posta, los jueglos florales y las filarmónicas, pero que Margot Loyola, interpretando el repertorio de los Carter, rescata como documento objetivo de un ayer muy nuestro, en que los más importantes personajes de nuestro período parlamentario firmaban regocijados el álbum de esta familia de artistas.
» D E S C A R G A

MP3 ABR ~224 kbps 48 kHz | 13 temas | JPGs | RAR 60,9 mb | Yandex

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